Soy un baúl de sueños por cumplir, una chica que se pasa más tiempo en la Luna que en La Tierra.

lunes, 28 de septiembre de 2015

En mi defensa diré que no se parecía a nadie que hubiese conocido anteriormente. Alegaré que me hipnotizó y que cambió mi manera de ver el mundo. Me hizo comprender que el amor podía ser fácil.
Añadiré que me encantaba la forma de mirarme, la facilidad con la que me perdía en sus ojos y esa sonrisa que me volvía loca. 
Los días pasaban deprisa, y el tiempo se deslizada entre nuestros dedos en un vano intento por retenerlo para siempre. Ahora no guardo más que meros recuerdos que, poco a poco, se van difuminando a la vez que, la esperanza por repetir momentos irrepetibles, crece. 
En mi defensa diré que él me sonrió primero.

viernes, 20 de marzo de 2015

Nadie muere virgen

A veces envidio la facilidad que tienen algunas personas para hacerse querer. Esa clase de personas a las que miras y piensas que es imposible que se lleve mal con alguien. Esas con las que no puedes hacer otra cosa que quererlas y envidiarlas. Envidiarlas de forma sana, deseando que ojalá  hubiese más gente como ella en el mundo pues, haría que éste fuese un poquito mejor. 
El problema está en cuando su alma transparente se torna opaca, se contamina de toda la mierda que tiene la humanidad. Se sumen en una espiral de oscuridad. Se llenan de maldad, de indiferencia, se vuelven fríos, dejan de sentir.
Tengo una teoría que dice que ninguna de esas personas muere santa. Al final todos acaban cayendo pues, descubren que ser buenos para los demás no lo es para ellos mismos. 
He de confesar que me siento culpable de haber contribuido a que una  persona de este tipo esté ahora en decadencia, posiblemente sin un rumbo claro. 
He de confesar que siento no haber sabido escuchar cuando debía hacerlo y quién sabe cuántos pecados más habré cometido. 
Pero ahora solo me queda escribir estas palabras en este blog, esperando que calmen mi conciencia y ayudándome a decir todo aquello que querría decir.

Nobody dies a virgin... Life fucks us all.

Kurt Cobain 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Marina

Marina siempre recordaría las tardes que pasaba jugando con papá en el parque, el día que le enseñó a montar en bici, el día en el que le regaló su primera mascota...
Marina también recordaría siempre como mamá la obligaba a dormirse todos los días a las 9 de la noche aunque se quedase despierta hasta las diez, esperando. Esperaba a que papá llegase de trabajar y abriese lentamente la puerta, entrase en su cuarto y le diese el beso de buenas noches que tanto necesitaba para poder conciliar el sueño.
Marina nunca olvidaría como, poco a poco, la hora de llegada de papá, se fue retrasando hasta que llegó un día en el que era incapaz de mantener los ojos abiertos hasta que escuchase la llave introduciéndose en la cerradura.
Tampoco sería capaz de borrar de su mente el cambio que sufrió papá a partir de aquel momento.
Poco a poco, el alcohol se convirtió en su colonia y el llanto de mamá en una incansable melodía nocturna...
Al principio papá simplemente llegaba tarde a casa y se acostaba. Pero pronto comenzó a liberar todo su odio contra mamá, gritándole y dedicándole todo tipo de insultos.
Marina aprendió a dormir con la cabeza bajo la almohada, luego con un poquito de música que cada noche tenía que ir subiendo de volumen.
Una mañana, cuando su papá ya se había ido a trabajar, le preguntó a su mamá por él.
-Mamá, ¿por qué papá ya no me quiere?
-¿Por qué dices eso?, papá te sigue queriendo como siempre
-Entonces, ¿por qué ya no viene a darme un beso de buenas noches? ¿Es por haber empujado a Sara al barro?
-No Marina, simplemente... son momentos difíciles y tu padre llega cansado de trabajar porque tiene un montón de cosas en la cabeza. Venga, bebete la leche que ya es tarde.
La pequeña hizo caso a su madre aunque no estaba muy convencida de la explicación que le acababa de dar. Tenía ocho años pero, aún así, sabía que algo raro pasaba.
Todos los días mamá la despertaba para ir a clase, sin embargo, una mañana ella no acudió y Marina se despertó por el ruido de la tele y la claridad que entraba por su persiana rota. Fue al baño y allí estaba, en un rincón del baño, llorando. La noche anterior, la música no había logrado que conciliase el sueño ni que no escuchase como papá le echaba en cara a mamá que ésta hubiese engordado, que las deudas comenzase a ahogarles y que estuviesen a punto de echarle del trabajo. Aquella noche, la pequeña cantó en voz muy bajita para no tener que oír nada más.
Y esa mañana, mamá estaba distinta. Temblaba, las lágrimas surcaban sus mejillas, tenía el pelo alborotado y una sombra morada adornaba su ojo derecho. Marina se quedó frente a ella, callada, observando, sin saber que decir, sin acabar de comprender muy bien la situación.
Mamá se levantó y le sonrío mientras se secaba las lágrimas.
-Venga cariño, ¡hoy tenemos que ir al dentista!
Marina asintió sin decir ni una palabra y se dirigió a la cocina.
Por la noche estaba ansiosa, esperando la llegada de papá para enseñarle lo que le había puesto el dentista. No le importó que mamá ya se hubiese ido a dormir, ni que fuese más de media noche. Solo sintió un poco de tristeza cuando su rotulador favorito se gastó por completo. Entonces decidió que ya había hecho suficientes dibujos por esa noche y se echó en la cama para imaginar que tenía unas enormes y bonitas alas que le permitían volar. Con ellas podía viajar por todo el mundo, conociendo un montón de lugares y haciendo  amigos de distintas razas. Las alas también le daban el superpoder de hablar con los animales.
Sumida en estos pensamientos se quedó dormida con la luz encendida.
No escuchó llegar a papá. Tampoco escuchó como se chocaba contra el mueble de la entrada y le profería una serie de palabras mal sonantes.
En cambio, si escuchó cuando papá iirrumpió en su habitación y la levantó de la cama cogiéndola por el cuello de su pijama de Minnie y preguntándole a gritos por qué tenía la luz encendida mientras la ponía contra la pared.
Marina no entendía nada. Solo lloraba y agarraba con sus pequeñas manos los fuertes brazos de su padre mientras giraba la cabeza para no oler su aliento que le recordaba a los productos de limpieza de su madre. Sus pies desnudos pataleaban intentando llegar al suelo pero como no lo conseguía, su angustia crecía por momentos. No entendía nada, ella solo quería enseñarle su nuevo aparato.
Mamá llegó corriendo e intentó empujar a papá pero sólo consiguió un empujó por parte de él. Le gritó que soltase a su hija, que iba a llamar a la policía si no lo hacía. Nada parecía afectar a papá que había empezado a zarandear a Marina mientras le seguía gritando y le echaba la culpa de todos sus problemas económicos. Arrastraba la lengua al hablar y cada vez estaba más furioso. Entonces mamá le llamó cobarde y fracasado. Eso pareció hacerle reaccionar. Dejó de zarandear a su hija y giró la cabeza hacia su mujer. En sus ojos sólo se podía ver desprecio. Le pidió que repitiera lo que acababa de decir y mamá lo hizo. Entonces una ira se apoderó de papá como nunca antes lo había hecho. Soltó a su hija sin ningún cuidado mientras se abalanzaba sobre mamá.
Sus pies por fin consiguieron tocar el suelo al mismo tiempo que sus rodillas se flexionaban.Su nuca chocó contra el borde de la mesita de noche y quedó tendida en el suelo. No intentó moverse, tampoco podía. No intento gritar ni pedir auxilio. Sus ojos estaban fijos en su padre.
Marina siempre recordaría ese momento en el que mamá dejó de gritar, ese momento en el que dejó de llorar y en el que ya no intentaba taparse con los brazos.
La pequeña siempre recordaría como su padre gritaba sobre el cuerpo inmóvil de su madre mientras seguía propinándole puñetazos. Ella no vio que mamá hacía tiempo que había perdido el conocimiento y, poco a poco, su vista se fue nublando hasta que todo se volvió oscuro.

No sabría decir cuantos días pasaron o si fueron semanas pero, finalmente Marina despertó. Miró a su alrededor y descubrió que estaba en una habitación blanca, con un gran ramo de flores sobre la mesilla. Papá se iba a pasar un tiempo encerrado. Mamá no volvería a darle un beso de buenas noches nunca mas.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Algo que me aterra...

¿Nunca has tenido miedo de que un beso, una caricia, una mirada sea la última? ¿Nunca has tenido miedo a que ese momento en el que los dos estáis abrazados en la cama sea el último?
Yo he de confesar que me aterra. Tengo miedo de que se acaben esos momentos en los que me sonríes y comienzas a besar cada lunar de mi cuerpo. Cuando te quedas dormido apoyado sobre mi pecho y abrazado como si tuvieses miedo de que a la mañana siguiente yo ya no siguiese en tu cama. Me da miedo que esas miradas de complicidad se acaben, esas ganas de comerte a besos cada vez que te veo y esos secretos que solo tu y yo sabemos.
No quiero que ese oasis de tranquilidad que creábamos se desvanezca y ser consciente de que, a pesar de todo, el mundo sigue girando y nunca se para, que los problemas existen y que la felicidad es efímera.
Me aterra dejar de ver ese brillo en tus ojos pero, sobre todo, me aterra dejar de ver ese brillo en los míos al saber que te he perdido.

domingo, 22 de junio de 2014

¿Y si?

Llevaba enamorada de él todo el año. Todo el mundo lo sabía y era lo que a mí me gusta llamar secreto a voces.
Su pulso y frecuencia respiratoria se aceleraban, su tono de voz se elevaba y el número de gilipolleces por minuto que era capaz de soltar por esa boquita aumentaba considerablemente cuando él andaba cerca.

Llevaba enamorado de ella todo el año aunque no lo quisiese admitir. Todo el mundo lo sabía aunque él se empeñase en negarlo. 
Una extraña fuerza se apoderaba de él cada vez que ella andaba cerca, una fuerza que le hacía comportarse como un auténtico retrasado. Una fuerza que le hacía aparentar ser un chico duro. 

Todos los días la misma rutina. Se levantaba se vestía a toda prisa, desayunaba, cogía las cosas y salía corriendo de casa dirección universidad. Siempre pasaba por delante de su calle y miraba con la esperanza de verle salir de su portal. Llegaba a clase y le buscaba con la mirada, siempre llegando tarde...

Todos los días la misma rutina. Se levantaba con tiempo más que suficiente, se vestía, desayunaba y esperaba a que llegasen menos diez. Entonces salía de casa dirección universidad y miraba hacia atrás con la esperanza de verla a ella. Llegaba a clase y ahí estaba, siempre con una sonrisa en la cara. Se sentaba en su sitio se giraba hacia ella, dos lugares más allá, y le hacía alguna broma. Adoraba cuando se ponía de morros y se hacía la enfadada. 

Tras pasar todo el día fuera, ella lo único que deseaba era llegar a casa, pegarse una buena ducha,cenar y tirarse en la cama con el móvil deseando ver un mensaje suyo. Siempre se repetía lo mismo, día tras día, nunca cambiaba nada y aún así, ella era feliz. Pero aquella noche algo cambió.

'Todos dicen que hay un rollito raro entre nosotros, como de tonteo' leyó él. 'Que digan lo que quieran, ya se cansarán, nosotros solo somos amigos' le respondió. '¿Amigos? ¿En serio? No me lo creo ni yo' pensó acto seguido.

'Es verdad, buenos amigos, no sé por qué la gente piensa esas cosas jaja' le mintió ella. '¿Amigos? Eso tú porque yo estoy loca por ti' es algo que debería de haberle escrito pero siempre se calló.

Sábado de fiesta. Último sábado del curso, luego todos volverían a sus respectivas ciudades. Él la acompañaba a casa como hacía siempre.
-Bueno pues igual ésta es la última vez que nos vemos si el próximo año no sigo estudiando aquí... 
Bésala, lo estás deseando, mírala con ese vestido y su sonrisa. Puede que no la vuelvas a ver, bésala.

-Eso parece... por favor no te vayas, sabes que quieres quedarte, que voy a hacer sin ti...
Bésale, lo estás deseando. Además te está abrazando. ¿Y si se va? ¿Qué harás? ¿Y si encuentra a otra en el verano? ¿Y si el próximo año la relación es distinta?

Bésala, la tienes entre tus brazos, no hay nadie más, es el momento ideal. ¿Y si la cago? ¿Y si ella no siente lo mismo por mí? Porque me ha dicho miles de veces que solo eramos amigos pero yo a ella también...

-Bueno espero que lo pases muy bien durante el verano, disfrútalo que este año ha sido muy duro y nos merecemos un buen descanso- dijo ella mientras se separaba  y se giraba para abrir la puerta del portal.

-Lo mismo digo petarda, te lo mereces, hasta la próxima- dijo sonriendo. Después se giró y comenzó a andar.
Retrasado, retrasado, retrasado, ¿por qué no has tenido huevos para hacerlo?

¿Y sí...?

¡Espera! escuchó y cuando se giró ahí estaba ella cogiéndose el vestido y corriendo a las seis de la mañana por una calle desierta tras él. Se paró frente a él y le repitió 'espera...'

Nunca sería capaz de describir que extraño impulso le hizo girarse y salir del portal. Esperaba encontrárselo aún allí pero ya no estaba, entonces echó a correr y en cuanto le vio le gritó que esperase. Se paró frente a él y, mientras su corazón y su respiración se tranquilizaban, no supo decir otra cosa más que espera de nuevo. 
-No te voy a ver más en todo el verano, y el próximo año puede que no estés aquí. No puedo quedarme otro año más así. 
Entonces se acercó a él y depositó un delicado beso en sus labios. No sabía muy bien que clase de reacción se esperaba así que se separó con la intención de volver a su casa, feliz de haberlo hecho. Pero entonces él la cogió le sonrió y la besó.

Había sido un cobarde. Había estado apunto de pasarse un verano entero pensando en qué habría pasado si se hubiese atrevido a besarla y otra vez todo se había arreglado gracias a ella. Como no iba a estar enamorado...




miércoles, 21 de mayo de 2014

Dicen, dicen...

Dicen que un puzzle no se hace con piezas iguales. Dicen que los polos opuestos se atraen, que hay que encontrar a tu media naranja, a esa persona que te complementa y te enriquece como persona. Dicen que nada en esta vida se consigue sin esfuerzo y que el sacrificio merece la pena. Dicen que las cosas fáciles no son gratificantes ni te llenan. 

Las personas dicen muchas cosas: no bebas, no fumes, haz deporte, come equilibrado; sé amable, agradecido, benevolente. No seas rencoroso, vengativo, orgulloso. Ama y hazte amar.

Dicen que la rueda de la vida gira y que el karma funciona para todos. Las personas reciben lo que dan: cría cuervos y te sacarán los ojos.

La gente habla y habla sin ser preguntada, sin embargo, cuando buscas una respuesta, el mundo entero parece sumergirse en un silencio absoluto.

¿Nunca os habéis preguntado qué es lo que realmente os merecéis? ¿Dónde se encuentra la delgada línea entre lo que debéis aguantar y lo que no? ¿Hasta qué punto compensa la situación que estáis viviendo? 

Y te callas, buscas excusas, justificaciones para ti y para la otra persona. Te conviertes así en una especie de patata caliente, que se va hinchando sin remedio, sin vuelta atrás. Y llega el momento en el que explotas, todo se termina, adiós situación. 
Pero entonces te das cuenta de que estas más hundida que antes, que estabas demasiado acostumbrada a dicha situación y que te hacías la ciega para introducirte más en tu propio mundo ideal. En aquel con el que tantas veces has soñado. Ese que tanto añoras y que intentas buscar en tu propio mundo. Pero llega un momento en el que la realidad supera la ficción y tu mundo se desmorona. Ya no te quedan excusas ni motivos para creer que ese es el mundo que quieres y es entonces cuando no te queda más remedio que plantearte una cuestión: ¿Seguir como el dicho ojos que no ven, corazón que no siente; o aceptar la cruda realidad?

sábado, 10 de mayo de 2014

Cuando las cosas cambian por completo

''Soñar es la única manera de conocer lo que nunca sucederá, pues nada ocurre como te lo imaginas''

Me presento. Soy una chica que vive vivía en una pequeña ciudad del norte de España. Desde pequeña soñaba con ser escritora y poder crear mundos en los que la gente se evadiese de todo lo que les rodeaba. Los libros me absorbían por completo y creo que a ellos les debo que, aún hoy, con mis casi 19 años, siga conservando algo de inocencia y creyendo que lo imposible, simplemente, tarda un poco más.

Cuando llegué al instituto comencé a desarrollar un interés, hasta ese momento desconocido, por la biología y todo lo relacionado con ella. Siempre me preguntaba, ¿cómo es posible que, de una cosa tan pequeña, salgamos nosotros? ¿Cómo es posible que algo tan grande como puede ser el amor no sea más que un conjunto de reacciones químicas? Poco a poco fui descubriendo mi vocación, curar a la gente. Cambié mis ganas de hacer que las personas olvidasen sus problemas gracias a mis historias por las ganas de hacer que nadie llegase a necesitar olvidar el dolor de la pérdida de un ser querido. Nunca he creído que exista ningún Dios porque, si existiese, ¿por qué hay niños de menos de 10 años muriéndose de cáncer o de leucemia? Por tanto está de nuestra mano hacer que el mundo sea un poquito mejor.

Estudié duro, (joder ¡en serio que lo hice!) pero la inseguridad, la poca confianza en mí misma y lo exigente que era conmigo misma hicieron que me hundiese cuando más necesitaba estar arriba del todo. Mis notas fueron aceptables pero no lo suficientemente buenas como para estudiar medicina, ni si quiera enfermería, en mi propia comunidad. Entré en la facultad de enfermería de una ciudad del centro de España. Creo que la decisión de irme, dejarlo todo atrás solo por poder estudiar algo con lo que ayudar a los demás, fue la decisión mas difícil y dolorosa que he tomado nunca.

Aún recuerdo los ojos tristes de mis amigos el día antes de marcharme, esos te veré muy pronto como forma de no aceptar del todo la realidad. Las personas tendemos a pensar que, mientras no digamos algo en voz alta no será verdad.

Aún recuerdo el abrazo de mi madre y sus ojos llorosos, su hija, que no sabía ni freír un  huevo, fuera de casa. Esos estaré bien mamá para que se tranquilizase que no me creía ni yo. Ese momento en el que, por primera vez, me quedé sola con mi nueva compañera de piso, nos miramos a los ojos y nos dijimos ahora sí que estamos solas de verdad, y no hay marcha atrás. Abrir la ventana y no ver el mar ni oler a sal fue lo que más me costó aceptar al dejar mi tierra.

Ya han pasado seis meses desde aquellos primeros momentos. Ya no puedo decir soy de tal sitio porque estoy entre dos ciudades. No olvido mis orígenes pero tampoco puedo olvidar que ahora tengo unos nuevos pero ¿sabéis qué? No me arrepiento. Aquí he conocido a gente maravillosa y me he enriquecido como persona. He aprendido que abrir la ventana y ver solo montañas no es tan malo, al fin y al cabo en ellas también hay vida. Estudio una carrera maravillosa como pocas. Enfermería no es solo sacar sangre, ayudo a las personas y sentir que puedo hacer un poquito más feliz a los que más lo necesitan hace que comprenda cuál es mi papel en el mundo.

Nunca me hubiese imaginado aquí, ni si quiera mientras rellenaba la matrícula o buscaba mi futuro piso. Sin embargo, esto es mejor que cualquier cosa que yo haya imaginado jamás.