Soy un baúl de sueños por cumplir, una chica que se pasa más tiempo en la Luna que en La Tierra.

sábado, 10 de mayo de 2014

Cuando las cosas cambian por completo

''Soñar es la única manera de conocer lo que nunca sucederá, pues nada ocurre como te lo imaginas''

Me presento. Soy una chica que vive vivía en una pequeña ciudad del norte de España. Desde pequeña soñaba con ser escritora y poder crear mundos en los que la gente se evadiese de todo lo que les rodeaba. Los libros me absorbían por completo y creo que a ellos les debo que, aún hoy, con mis casi 19 años, siga conservando algo de inocencia y creyendo que lo imposible, simplemente, tarda un poco más.

Cuando llegué al instituto comencé a desarrollar un interés, hasta ese momento desconocido, por la biología y todo lo relacionado con ella. Siempre me preguntaba, ¿cómo es posible que, de una cosa tan pequeña, salgamos nosotros? ¿Cómo es posible que algo tan grande como puede ser el amor no sea más que un conjunto de reacciones químicas? Poco a poco fui descubriendo mi vocación, curar a la gente. Cambié mis ganas de hacer que las personas olvidasen sus problemas gracias a mis historias por las ganas de hacer que nadie llegase a necesitar olvidar el dolor de la pérdida de un ser querido. Nunca he creído que exista ningún Dios porque, si existiese, ¿por qué hay niños de menos de 10 años muriéndose de cáncer o de leucemia? Por tanto está de nuestra mano hacer que el mundo sea un poquito mejor.

Estudié duro, (joder ¡en serio que lo hice!) pero la inseguridad, la poca confianza en mí misma y lo exigente que era conmigo misma hicieron que me hundiese cuando más necesitaba estar arriba del todo. Mis notas fueron aceptables pero no lo suficientemente buenas como para estudiar medicina, ni si quiera enfermería, en mi propia comunidad. Entré en la facultad de enfermería de una ciudad del centro de España. Creo que la decisión de irme, dejarlo todo atrás solo por poder estudiar algo con lo que ayudar a los demás, fue la decisión mas difícil y dolorosa que he tomado nunca.

Aún recuerdo los ojos tristes de mis amigos el día antes de marcharme, esos te veré muy pronto como forma de no aceptar del todo la realidad. Las personas tendemos a pensar que, mientras no digamos algo en voz alta no será verdad.

Aún recuerdo el abrazo de mi madre y sus ojos llorosos, su hija, que no sabía ni freír un  huevo, fuera de casa. Esos estaré bien mamá para que se tranquilizase que no me creía ni yo. Ese momento en el que, por primera vez, me quedé sola con mi nueva compañera de piso, nos miramos a los ojos y nos dijimos ahora sí que estamos solas de verdad, y no hay marcha atrás. Abrir la ventana y no ver el mar ni oler a sal fue lo que más me costó aceptar al dejar mi tierra.

Ya han pasado seis meses desde aquellos primeros momentos. Ya no puedo decir soy de tal sitio porque estoy entre dos ciudades. No olvido mis orígenes pero tampoco puedo olvidar que ahora tengo unos nuevos pero ¿sabéis qué? No me arrepiento. Aquí he conocido a gente maravillosa y me he enriquecido como persona. He aprendido que abrir la ventana y ver solo montañas no es tan malo, al fin y al cabo en ellas también hay vida. Estudio una carrera maravillosa como pocas. Enfermería no es solo sacar sangre, ayudo a las personas y sentir que puedo hacer un poquito más feliz a los que más lo necesitan hace que comprenda cuál es mi papel en el mundo.

Nunca me hubiese imaginado aquí, ni si quiera mientras rellenaba la matrícula o buscaba mi futuro piso. Sin embargo, esto es mejor que cualquier cosa que yo haya imaginado jamás.

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