Soy un baúl de sueños por cumplir, una chica que se pasa más tiempo en la Luna que en La Tierra.

jueves, 20 de octubre de 2011

Hiroshima

Un 5 de agosto de 1945 Hikaru se encontraba en Tokio, capital de Japón. Su mujer y sus tres hijos se habían quedado en Hiroshima, una pequeña ciudad al sur del país. Había sido duro dejarles allí en plena Guerra Mundial pero creyó que era la mejor opción. Lo que no sabía era que ese día, a las ocho y cuarto de la mañana, mientras sus hijos se dirigían a la escuela, un avión dejaría caer la primera bomba atómica llamada Little Boy. Sólo un edificio con una gran cúpula quedó en pie. Todo lo demás fue arrasado y cristales de edificios que se encontraban a más de 15Km del epicentro también explotaron. Murieron muchísimas personas, gente que quedó calcinada: su cuerpo, su vida, sus recuerdos... Esto fue lo que le ocurrió a la familia de Hikaru, un horrible final para una gente que no había hecho daño a nadie. Una decisión errónea que le costó a un pobre hombre perder lo que más quería.


Fue muy duro para él visitar la ciudad, descubrir que, lo único que quedaba era ceniza y escombros. Alguna gente sobrevivió, sí, pero murió a los pocos meses o quedaron mutilados, marcas que les recordaban la terrible masacre hasta el final de sus vidas. Lloró, le suplicó a Dios que le devolviese a su mujer y a sus hijos pero nada podía obrar ese milagro. Así que subió a un monte cercano y, en la cima, se postró de rodillas. Después volvió a suplicar al dios que había abandonado a su familia que lo llevase con él, no quería seguir viviendo en medio de la desgracia .No obtuvo respuesta. Alguna gente piensa que fue un acto de cobardes lo que hizo a continuación pero, en un mundo que se destruía por momentos, nadie querría vivir para ver el final. De esta forma un hombre decidió su final, eligió cuando morir y de qué forma, recordando la sonrisa de su mujer, los primeros pasos de sus hijos y su alegría cuando llegaba la navidad. Después cerró los ojos y saltó. Una lágrima corrió por su mejilla y acabó en el suelo, como él, perdida para siempre en medio del caos...

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